HURACANES El año pasado puede pasar a la historia como la peor temporada de huracanes desde 1933. En un sólo mes, los Katrina, Ophelia, Stan y Wilma —el más peligroso de la historia— asolaron el sur de Estados Unidos y parte de América Central con vientos de hasta 280 kmlh, dejando una huella de destrucción, muertos y millones de damnificados. De hecho, una investigación en la revista Science confirmó que el número de tormentas tropicales de categoría 4 y 5 se ha duplicado en los últimos 35 años. ¿Está sucediendo algo anormal para que se formen tantos huracanes? Un trabajo de Kerry Emanuel, del Departamento de Ciencias Planetarias Atmosféricas y Terrestres, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, EE.UU., vincula el aumento de la intensidad de los huracanes al aumento de la temperatura de los océanos. Si bien es cierto que una de las condiciones de este fenómeno es que el agua superficial del mar esté entre 26,5 y 27 0C, además deben darse otras circunstancias: se debe producir una gran humedad a consecuencia de la evaporación del agua del mar y un viento que haga ascender el aire en forma de espiral, lo que se conoce como ojo del huracán. “Es muy importante, además, que esas nubes tormentosas no las rompa el viento en niveles altos, porque se quebraría su dinámica”, explica el especialista español Ángel Rivera. OLAS DE FRÍO
La atmósfera, que es caprichosa, nos ofrece en algunas ocasiones muestras de su poder. Una de ellas son las olas de frío polar en lugares donde no es habitual que bajen tanto las temperaturas. Un ejemplo son los 32 grados bajo cero que hubo en Estany Genio, Lérida, España, el 2 de febrero de 1956.Las olas de frío se producen, según la Organización Meteorológica Mundial, por un fuerte enfriamiento motivado por la invasión de una masa de aire frío. “En diversos lugares, especialmente de Europa, con temperaturas cálidas como las actuales debería haber menos inviernos con olas de frío de tanta intensidad, pero las heladas se siguen produciendo. Esto se puede explicar porque el incremento actual de las temperaturas —el famoso cambio climático— está acompañado de una tendencia a una mayor variabilidad climática, mayores oscilaciones y picos de temperaturas extremas. Esta teoría se justifica porque es cierto que habrá temperaturas medias más altas que se compensarán con una mayor variabilidad y oscilación de las temperaturas. TERREMOTOS Chile, 1960: mueren 2.000 personas y 2.000.000 pierden su hogar en el mayor terremoto de todos los tiempos, de 9, 5 grados en la escala de Ritcher. Los ríos cambiaron su curso; nacieron nuevos lagos, se movieron las montañas y la geografía se modificó. Luego, un tsunami arrasó lo poco que quedaba en pie. Menos fuerte, pero muy dramático fue el de Paquistán, de 7,6 grados, en octubre pasado, que, aunque casi pasó inadvertido ante la ola de huracanes que azotó la costa del Atlántico, dejó un saldo de 40.000 muertes y más de 2,5 millones de personas afectadas. Robert Yeats, geólogo de la Universidad de Oregón, señaló al respecto que el choque constante entre la placa Indica y la Euroasiática hace que este país asiático sea el más perjudicado. El terremoto se originó a tan sólo 10 kilómetros de profundidad y la sacudida provocó derrumbamientos masivos que enterraron pueblos enteros situados en las laderas de las montañas. En este punto vale la pena aclarar que los temblores de tierra son habituales. La mayoría no son destructivos y sólo unos pocos son percibidos por la población Tsunamis en cadena: Uno de los sucesos que más fresco está en la memoria fue el tsunami del 26 de diciembre de 2004. Un terremoto a 4.000 metros de profundidad en el océano Índico, a unos 260 kilómetros al oeste de la costa de Aceh, Indonesia, que llegaría a los 9 grados de la escala Richter, ocasionó una cadena de tsunamis que borraron literalmente del mapa islas, playas y poblaciones, que quedaron sumergidas en una densa capa de lodo y agua. Murieron cerca de 300.000 personas. La onda expansiva de las olas afectó a Indonesia, Tailandia, Sri Lanka, India, Bangladesh, Birmania, Malasia, Islas Maldivas, Somalia, Kenia, Tanzania y las Islas Seychelles. La cadena de olas se desplazó a más de 500 km/h y tardó sólo 6 horas en llegar al continente africano, a más de 5.000 Km. de distancia. Foto: Indonesia: Momento en que la ola llega a la costanera, la población fue tomada por sorpresa. OLAS DE CALOR El verano de 2003 es recordado como uno de los más calurosos en muchos años y con dramáticas consecuencias. Toda Europa sufrió los rigores de temperaturas más altas de lo habitual y miles de personas —la mayoría ancianos y niños— con patologías respiratorias y coronarías fallecieron a consecuencia del calor. Las cifras que se barajaron oscilaron entre los casi 23.000 fallecidos de la ONU, a los más de 35.000 de la EPI —Earth Policy Institute—. “En algunas partes de Europa Central, los termómetros registraron temperaturas de 10 a 12 grados por encima de lo normal”, afirma Antonio Mestre, jefe del Servicio de Aplicaciones Meteorológicas del Instituto Nacional de Meteorología de España. TORMENTAS Suelen producirse en primavera y, aunque poco conocidas, las tormentas de polvo son —en palabras del profesor Andrew Goudie, de la Universidad de Oxford— “un fenómeno que no atrae la atención debida” aunque sean capaces de transportar grandes cantidades de este material a distancias increíbles, por ejemplo desde el Sahara hasta Groenlandia y desde China hasta Europa. Los datos que proporcionaron los científicos en el Congreso Geográfico Internacional, celebrado en 2004 en la ciudad escocesa de Glasgow hacen pensar que las tormentas de polvo se están volviendo más frecuentes en algunas partes del mundo. También observaron que la cantidad di este material que viaja por el planeta es de 2.000 a 3.000 millones de toneladas anuales. Los avances en la monitorización de imágenes por satélite han logrado localizarla mayor fuente de polvo: está situada en la depresión de Bodéle, en Chad. Según señaló Goudie, “el polvo terrestre es uno de los componentes que ha demostrado tener más importancia de la que se pensaba por su naturaleza migratoria”. Cuando las partículas de polvo o arena se posan en el terreno, salinizan el suelo, transmiten enfermedades, ya que muchos agentes microbianos pueden quedar “enganchados” en él: contaminan el aire, alteran la luminosidad de los casquetes solares. Además, son sumamente peligrosas debido a la dificultad para ver y respirar. En la península arábiga, por ejemplo, el viento Simún puede llevar tanta arena que no permite ver nada. INCENDIOS Cada año se queman unos 8 millones de hectáreas, el equivalente a la superficie de Australia, que envían a la atmósfera millones de toneladas de humo y de gases de efecto invernadero. 2005, además, pasará a la historia en Portugal como uno de los más trágicos de su historia. El país sufre desde hace tres años una ola de incendios forestales devastadores que se llevaron por delante casi un millón de hectáreas. La Liga de Protección de la Naturaleza en Portugal hizo público algunos datos que dan que pensar: por cada 1.000 hectáreas, hay 7 veces más fuego en Portugal que en España; 20 veces más que en Francia; 7 veces más que en Italia y 22 más que en Grecia. ¿Por qué? Los expertos afirman que tanta superficie quemada se debe, entre otras causas, a la mala distribución de los bosques y a la desintegración del mundo rural acaecido desde mediados de los años 80. La mayor parte del bosque está en manos privadas, por lo que el gobierno poco puede hacer para solucionar este problema. VOLCANES El sábado 22 de octubre de 2005, el volcán Sierra Negra, en las islas Galápagos, luego de 27 años de inactividad, comenzó a expulsar cenizas y gases. Tres días después, la lava comenzó a fluir. Este, sin embargo, no fue el único ejemplo eruptivo del año. Una semana antes, un grupo de observadores de El Salvador anunció que la columna de gases del volcán Santa Ana o Ilamatepec era muy débil y difusa. Tres horas después era ya de 300 metros. Las piedras y cenizas que arrojó el Santa Ana mataron a dos personas. No obstante, desde el mes de junio se había intensificado su vigilancia debido a que se habían registrado microsismos de mayor intensidad de los que suele mostrar ese volcán. Éstas fueron dos de las cinco erupciones volcánicas que tuvieron lugar el año pasado. En los últimos 10.000 años se han activado 1.415 volcanes en el mundo. Una de las peores fue la de 1815 cuando el Tambora, en Indonesia, se cobró la vida de 92.000 personas. PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES Dióxido de carbono Uno de los impactos que el uso de combustibles fósiles ha producido sobre el medio ambiente terrestre ha sido el aumento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. La cantidad de CO2 atmosférico había permanecido estable, aparentemente durante siglos, pero desde 1750 se ha incrementado en un 30% aproximadamente. Lo significativo de este cambio es que puede provocar un aumento de la temperatura de la Tierra a través del proceso conocido como efecto invernadero. El dióxido de carbono atmosférico tiende a impedir que la radiación de onda larga escape al espacio exterior; dado que se produce más calor y puede escapar menos, la temperatura global de la Tierra aumenta. Un calentamiento global significativo de la atmósfera tendría graves efectos sobre el medio ambiente. Aceleraría la fusión de los casquetes polares, haría subir el nivel de los mares, cambiaría el clima regional y globalmente, alteraría la vegetación natural y afectaría a las cosechas. Estos cambios, a su vez, tendrían un enorme impacto sobre la civilización humana. En el siglo XX la temperatura media del planeta aumentó 0,6 ºC y los científicos prevén que la temperatura media de la Tierra subirá entre 1,4 y 5,8 ºC entre 1990 y 2100. Acidificación Asociada también al uso de combustibles fósiles, la acidificación se debe a la emisión de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno por las centrales térmicas y por los escapes de los vehículos a motor. Estos productos interactúan con la luz del Sol, la humedad y los oxidantes produciendo ácido sulfúrico y nítrico, que son transportados por la circulación atmosférica y caen a tierra, arrastrados por la lluvia y la nieve en la llamada lluvia ácida, o en forma de depósitos secos, partículas y gases atmosféricos. La lluvia ácida es un importante problema global. La acidez de algunas precipitaciones en el norte de Estados Unidos y Europa es equivalente a la del vinagre. La lluvia ácida corroe los metales, desgasta los edificios y monumentos de piedra, daña y mata la vegetación y acidifica lagos, corrientes de agua y suelos, sobre todo en ciertas zonas del noreste de Estados Unidos y el norte de Europa. En estas regiones, la acidificación lacustre ha hecho morir a poblaciones de peces. Hoy también es un problema en el sureste de Estados Unidos y en la zona central del norte de África. La lluvia ácida puede retardar también el crecimiento de los bosques; se asocia al declive de éstos a grandes altitudes tanto en Estados Unidos como en Europa.
Destrucción del ozono En las décadas de 1970 y 1980, los científicos empezaron a descubrir que la actividad humana estaba teniendo un impacto negativo sobre la capa de ozono, una región de la atmósfera que protege al planeta de los dañinos rayos ultravioleta. Si no existiera esa capa gaseosa, que se encuentra a unos 40 km de altitud sobre el nivel del mar, la vida sería imposible sobre nuestro planeta. Los estudios mostraron que la capa de ozono estaba siendo afectada por el uso creciente de clorofluorocarbonos (CFC, compuestos de flúor), que se emplean en refrigeración, aire acondicionado, disolventes de limpieza, materiales de empaquetado y aerosoles. El cloro, un producto químico secundario de los CFC ataca al ozono, que está formado por tres átomos de oxígeno, arrebatándole uno de ellos para formar monóxido de cloro. Éste reacciona a continuación con átomos de oxígeno para formar moléculas de oxígeno, liberando moléculas de cloro que descomponen más moléculas de ozono. Al principio se creía que la capa de ozono se estaba reduciendo de forma homogénea en todo el planeta. No obstante, posteriores investigaciones revelaron, en 1985, la existencia de un gran agujero centrado sobre la Antártida; un 50% o más del ozono situado sobre esta área desaparecía estacionalmente. En el año 2001 el agujero alcanzó una superficie de 26 millones de kilómetros cuadrados, un tamaño similar al detectado en los tres últimos años. El adelgazamiento de la capa de ozono expone a la vida terrestre a un exceso de radiación ultravioleta, que puede producir cáncer de piel y cataratas, reducir la respuesta del sistema inmunitario, interferir en el proceso de fotosíntesis de las plantas y afectar al crecimiento del fitoplancton oceánico. Debido a la creciente amenaza que representan estos peligrosos efectos sobre el medio ambiente, muchos países intentan aunar esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, los CFC pueden permanecer en la atmósfera durante más de 100 años, por lo que la destrucción del ozono continuará durante décadas.
Hidrocarburos clorados
El uso extensivo de pesticidas sintéticos derivados de los hidrocarburos clorados en el control de plagas ha tenido efectos colaterales desastrosos para el medio ambiente. Estos pesticidas organoclorados son muy persistentes y resistentes a la degradación biológica. Muy poco solubles en agua, se adhieren a los tejidos de las plantas y se acumulan en los suelos, el sustrato del fondo de las corrientes de agua y los estanques, y la atmósfera. Una vez volatilizados, los pesticidas se distribuyen por todo el mundo, contaminando áreas silvestres a gran distancia de las regiones agrícolas, e incluso en las zona ártica y antártica. Otras sustancias tóxicas Las sustancias tóxicas son productos químicos cuya fabricación, procesado, distribución, uso y eliminación representan un riesgo inasumible para la salud humana y el medio ambiente. La mayoría de estas sustancias tóxicas son productos químicos sintéticos que penetran en el medio ambiente y persisten en él durante largos periodos de tiempo. En los vertederos de productos químicos se producen concentraciones significativas de sustancias tóxicas. Si éstas se filtran al suelo o al agua, pueden contaminar el suministro de agua, el aire, las cosechas y los animales domésticos, y han sido asociadas a defectos congénitos humanos, abortos y enfermedades orgánicas. A pesar de los riesgos conocidos, el problema no lleva camino de solucionarse. Recientemente, se han fabricado más de 4 millones de productos químicos sintéticos nuevos en un periodo de quince años, y se crean de 500 a 1.000 productos nuevos más al año. Radiación Aunque las pruebas nucleares atmosféricas han sido prohibidas por la mayoría de los países, lo que ha supuesto la eliminación de una importante fuente de lluvia radiactiva, la radiación nuclear sigue siendo un problema medioambiental. Las centrales siempre liberan pequeñas cantidades de residuos nucleares en el agua y la atmósfera, pero el principal peligro es la posibilidad de que se produzcan accidentes nucleares, que liberan enormes cantidades de radiación al medio ambiente, como ocurrió en Chernóbil, Ucrania, en 1986. Un problema más grave al que se enfrenta la industria nuclear es el almacenamiento de los residuos nucleares, que conservan su carácter tóxico de 700 a 1 millón de años. La seguridad de un almacenamiento durante periodos geológicos de tiempo es, al menos, problemática; entre tanto, los residuos radiactivos se acumulan, amenazando la integridad del medio ambiente. Pérdida de tierras vírgenes Un número cada vez mayor de seres humanos empieza a cercar las tierras vírgenes que quedan, incluso en áreas consideradas más o menos a salvo de la explotación. La insaciable demanda de energía ha impuesto la necesidad de explotar el gas y el petróleo de las regiones árticas, poniendo en peligro el delicado equilibrio ecológico de los ecosistemas de tundra y su vida silvestre. La pluvisilva y los bosques tropicales, sobre todo en el Sureste asiático y en la Amazonia, están siendo destruidos a un ritmo alarmante para obtener madera, despejar suelo para pastos y cultivos, para plantaciones de pinos y para asentamientos humanos. En la década de 1980 se llegó a estimar que las masas forestales estaban siendo destruidas a un ritmo de 20 ha por minuto. Otra estimación daba una tasa de destrucción de más de 200.000 km2 al año. En 1993, los datos obtenidos vía satélite permitieron determinar un ritmo de destrucción de casi 15.000 km2 al año, sólo en la cuenca amazónica. Esta deforestación tropical podría llevar a la extinción de hasta 750.000 especies, lo que representaría la pérdida de toda una multiplicidad de productos: alimentos, fibras, fármacos, tintes, gomas y resinas. Además, la expansión de las tierras de cultivo y de pastoreo para ganado doméstico en África, así como el comercio ilegal de especies amenazadas y productos animales podría representar el fin de los grandes mamíferos africanos. Erosión del suelo La erosión del suelo se está acelerando en todos los continentes y está degradando unos 2.000 millones de hectáreas de tierra de cultivo y de pastoreo, lo que representa una seria amenaza para el abastecimiento global de víveres. Cada año la erosión de los suelos y otras formas de degradación de las tierras provocan una pérdida de entre 5 y 7 millones de hectáreas de tierras cultivables. En el Tercer Mundo, la creciente necesidad de alimentos y leña han tenido como resultado la deforestación y cultivo de laderas con mucha pendiente, lo que ha producido una severa erosión de las mismas. Para complicar aún más el problema, hay que tener en cuenta la pérdida de tierras de cultivo de primera calidad debido a la industria, los pantanos, la expansión de las ciudades y las carreteras. La erosión del suelo y la pérdida de las tierras de cultivo y los bosques reduce además la capacidad de conservación de la humedad de los suelos y añade sedimentos a las corrientes de agua, los lagos y los embalses. Véase también Degradación del suelo. Demanda de agua y aire Los problemas de erosión descritos más arriba están agravando el creciente problema mundial del abastecimiento de agua. La mayoría de los problemas en este campo se dan en las regiones semiáridas y costeras del mundo. Las poblaciones humanas en expansión requieren sistemas de irrigación y agua para la industria; esto está agotando hasta tal punto los acuíferos subterráneos que empieza a penetrar en ellos agua salada a lo largo de las áreas costeras en Estados Unidos,Israel, Siria, los estados árabes del golfo Pérsico y algunas áreas de los países que bordean el mar Mediterráneo (España , Italia y Grecia principalmente). Algunas de las mayores ciudades del mundo están agotando sus suministros de agua y en metrópolis como Nueva Delhi o México D.F. se está bombeando agua de lugares cada vez más alejados. En áreas tierra adentro, las rocas porosas y los sedimentos se compactan al perder el agua, ocasionando problemas por el progresivo hundimiento de la superficie; este fenómeno es ya un grave problema en Texas, Florida y California. |